Trastornos mentales

Cambios de la personalidad y el comportamiento en personas con trastornos mentales. 

Los trastornos mentales, el comportamiento o los cambios de la persona. Con independencia de su buena salud, las personas son distintas en su personalidad, carácter y comportamiento. Cada persona cambia también de día a día, según sus circunstancias. Sin embargo, un cambio significativo y súbito en la personalidad y/o el comportamiento, sobre todo si no está relacionado con algún acontecimiento  determinado (como puede ser, por ejemplo,  el consumo de un fármaco o una droga o la pérdida de un ser querido), a menudo es indicador de un problema.

Los cambios en la personalidad y el comportamiento en personas con trastornos mentales pueden situarse grosso modo en una de las siguientes categorías.

  • Confusión (aturdimiento) u obnubilación (trastorno de la conciencia).
  • Ideas delirantes (trastorno del pensamiento).
  • Incoherencia del hablar y el lenguaje o del comportamiento.
  • Alucinaciones.
  • Estados de ánimo extremo (labilidad «como la depresión»).

Estas categorías no son trastornos. Son simplemente categorizaciones que utilizan los médicos para organizar distintos tipos de pensamientos, habla y comportamientos anómalos.

La persona afectada puede experimentar más de un tipo de cambio. Por ejemplo, si se trata de un caso de confusión debido a la enfermedad de Alzheimer, puede a veces sentirse deprimida o, sise trata de un caso de ideas delirantes, puede manifestar incoherencia del habla o alucinaciones.

La confusión u obnubilación se refiere a alteraciones de la conciencia. es decir, la persona es menos consciente de su entorno y, según cuál sea la causa, puede estar excesivamente alterada y beligerante o bien abúlica o apática. Algunas personas alteran entre la indiferencia o falta de alerta y un estado de alerta acuciante. Sus pensamientos son vagos, confusos, lentos o inapropiados. Tienen dificultades para centrarse en cuestiones simples y responden lentamente. A menudo no saben qué día es y pueden ser incapaces de decir dónde están. Puede incluso ocurrir que no sepan decir su nombre.

Las ideas delirantes son ideas fijas y falsas que la persona mantiene en contra de toda evidencia. Algunas ideas delirantes se basan en una percepción errónea de percepciones y experiencias reales. Por ejemplo, la persona delirante puede sentirse perseguida, creer que hay alguien detrás de ella en la calle y que la está siguiendo o que un accidente fortuito es un hecho intencionado y agresivo. Otras personas creen que algunas canciones o ciertos artículos de prensa contienen mensajes dirigidos personalmente a ellas. Algunas de estas creencias parecen más admisibles y puede ser difícil identificarlas como delirantes, porque podrían ocurrir realmente o haber ocurrido en la vida real. Por ejemplo, en los delirios religiosos o os delirios de grandeza, alguien puede creer ser Jesucristo o el presidente de su país. Algunas ideas delirantes son bastante extrañas. Por ejemplo, alguien puede pensar que sus órganos han sido reemplazados por piezas robot o que su cabeza contiene receptores de radio que reciben mensajes del gobierno. 

La incoherencia del halar o del lenguaje se refiere a la construcción de frases que no contienen la esperada conexión entre pensamientos o ideas o entre preguntas o respuestas. Por ejemplo, alguien puede saltar de un tema a otro sin completar un pensamiento. Los temas pueden ser ligeramente inconexos o completamente discordantes. En otros casos, la persona responde a cuestiones simples con respuestas largas  y erráticas llenas de detalles irrelevantes. Las respuestas pueden ser ilógicas o completamente incoherentes. Sin embargo, las medias palabras, las frases evasivas o briscas utilizadas con intención no se consideran incoherencia del habla o del lenguaje.

El comportamiento incoherente se refiere a la realización de acciones inhabituales o sorprendentes (como desnudarse o masturbarse en público o gritar obscenidades sin razón aparente) o a ser incapaz de mantener un comportamiento normal. Las personas con comportamiento incoherente suelen tener problemas en la realización de las actividades cotidianas (como mantener una higiene personal adecuada o atender a la propia alimentación).

Las alucinaciones  se refieren a oír, ver, oler, gustar o sentir cosas que no son reales o no están presentes. Es decir, se perciben cosas, aparentemente a través de los sentidos, que no son causadas  por estímulos reales. La alucinación puede. implicar cualquier sentido, Las alucinaciones más frecuentes consisten en oír cosas (alucinaciones auditivas), generalmente voces. Las voces suelen ser interpretadas como comentarios peyorativos sobre la persona u órdenes o instrucciones para realizar determinadas acciones. 

Hay que tener en cuenta que no todas las alucinaciones son debidas a un trastorno mental. En algunos tipos de alucinaciones es mayor la probabilidad de que la causa sea un trastorno neurológico. Por ejemplo, antes de un episodio convulsivo o epiléptico, la persona suele tener alguna percepción olfativa sin conexión con la realidad (alucinación olfativa).

Los estados de ánimo extremados consisten en brotes o arrebatos de irascibilidad, períodos exaltación extrema (manía) o depresión y, a la inversa, expresión constante de poca o nula emoción (mostrando falta de respuesta y apatía).

Causas de los trastornos mentales.

Aunque las personas suelen pensar que las alteraciones en la personalidad, el pensamiento o el comportamiento son todas ellas debidas a un trastorno mental, son muchas las causas posibles. En definitiva, todas las causas implican el cerebro, pero es útil dividirlas en cuatro categorías.:

  • Trastornos mentales.
  • Fármacos o drogas (intoxicación farmacológica, retirada o abstinencia y efectos secundarios del tratamiento o derivados del consumo).
  • Trastornos que afectan principalmente al cerebro.
  • Trastorno generalizados (sistémicos) que también afectan al cerebro.

De estas causas, las relacionadas con los fármacos y las drogas son, entre todas, las más frecuentes, seguidas de los trastornos mentales.

Los fármacos y drogas pueden alterar la personalidad en los casos siguientes:

  • Por intoxicación: especialmente el alcohol (cuando se abusa durante mucho tiempo), las anfetaminas, la cocaína, los alucinógenos (como el LSD) y la fenciclidina (PCP).
  • Por retirada o abstinencia: Alcohol, barbitúricos y benzodiacepinas.
  • Por efectos secundarios: Fármacos específicos para actuar sobre la función cerebral (anticonvulsivos, antidepresivos antipsicóticos, sedantes y estimulantes), fármacos con efectos anticolinérgicos (como los antihistamínicos) analgésicos opiáceos y corticosteroides.

Raramente, ciertos antibióticos y fármacos usados para el tratamiento de la hipertensión arterial causan cambios o alteraciones en la personalidad y el comportamiento.

Los trastornos mentales son:

  • Trastorno bipolar.
  • Depresión.
  • Esquizofrenia.
  • Trastorno por estrés postraumático.

Los Trastornos que afectan principalmente al cerebro son :

  • Enfermedades de Alzheimer.
  • Infecciones cerebrales, como la meningitis, la encefalitis y la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) que afecta al cerebro (VIH vinculado a encefalopatía).
  • Tumores cerebrales.
  • Lesiones craneales, como conmoción cerebral y síndrome conmocional.
  • Esclerosis múltiple.
  • Enfermedad de Parkinson.
  • Trastorno convulsivos.
  • Ictus.

Los trastornos generalizados (sistémicos) que también afectan al cerebro son:

  • Insuficiencia renal.
  • Insuficiencia hepática.
  • Baja concentración de azúcar en la sangre (hipoglucemia).
  • Lupus eritematoso diseminado (sistémico).
  • Trastornos tiroideos, como la insuficiencia funcional de la glándula tiroidea (hipertiroidismo).

Con menor frecuencia, la enfermedad de Lyme, la sarcoidosis, la sífilis o la carencia de alguna vitamina causan alteraciones de la personalidad y el comportamiento.

Evaluación. 

Durante la evaluación inicial, los médicos procuran determinar si los síntomas son debidos a unos trastornos mentales o físico.

La siguiente información puede ayudar a decidir si es necesaria la revisión médica y a saber en qué consistirá y cuáles pueden ser sus resultados.

Síntomas alarmantes:

En personas con cambios en la personalidad y el comportamiento, ciertos síntomas y características merecen una atención especial. Son los siguientes.

  • Síntomas de aparición súbita.
  • intentos de causar daño a si mismo o a otras personas o amenazas de hacerlo.
  • Confusión o ideas delirantes.
  • Fiebre.
  • Dolor de cabeza (cefalea).
  • Síntomas que indican o sugieren deficiencias de la función cerebral, como dificultades en la marcha, el equilibrio o el habla, o pérdida visual.
  • Una lesión craneal reciente (con una anterioridad de hasta algunas semanas).

Cuando ir al médico:

Las personas que presentan síntomas alarmantes han de ser llevadas al hospital inmediatamente. si la persona se muestra violenta o agresiva hay que actuar teniendo en cuenta los recursos sociales y la legalidad.

Si la persona toma algún fármaco para la diabetes, se mide, si es posible, el nivel de azúcar en sangre mediante un medidor de glucosa digital. Para realizar este análisis, se pincha un dedo para obtener una pequeña muestra de sangre. Si la prueba no es posible o si el nivel de azúcar en sangre es muy bajo, hay que trasladar la persona al hospital enseguida.

si no se observan síntomas alarmantes hay que ir al médico en uno o dos días, si el cambio se produce gradualmente a lo largo del tiempo, la persona ha de ir al médico tan pronto como pueda, pero un retraso de una semana aproximadamente no supone mayor perjuicio.

Qué hace el médico:

Los médicos en primer lugar hacen algunas preguntas sobre los síntomas del paciente y sus antecedentes clínicos. Luego proceden a su exploración física, incluido el examen neurológico. Los datos obtenidos en la anamnesis y las observaciones y resultados de la exploración física sugieren a menudo una causa de los cambios de personalidad y comportamiento y las pruebas necesarias según el caso. 

Los médicos preguntan también cuándo empezaron los síntomas. Muchos trastornos mentales empiezan en personas adolescentes o en torno a los 20 años de edad. Si un trastorno mental se manifiesta por primera vez en una persona de mediana edad o mayor, especialmente si no existe un desencadenante evidente (como la pérdida de un ser querido), es mucho más probable que la casa sea un trastorno físico. También es mayor la probabilidad de que la causa sea un trastorno físico cuando los síntomas mentales cambian de modo significativo en una persona de mediana edad o mayor ya diagnosticada con un trastorno mental crónico. Si los cambios han empezado recientemente y de modo repentino en personas de cualquier edad, los médicos preguntan sobre circunstancias determinadas que pueden haber provocado tales cambios. Por ejemplo, preguntan si la persona ha empezado o interrumpido recientemente algún tratamiento farmacológico o el consumo de drogas o sustancias recreativas (generalmente de consumo o uso ilegal).

Los médicos piden también información sobre otros síntomas que pueden sugerir una causa, como, por ejemplo:

  • Palpitaciones: Posiblemente debido a hiperactividad de la glándula tiroidea o bien producidas como consecuencia de algún tratamiento o de la retirada reciente de algún fármaco o sustancia que la persona afectada haya estado tomando por alguna razón.
  • Temblores: Enfermedades de Parkinson o retirada o abstinencia de una droga o fármaco.
  • Dificultades para caminar o hablar: Esclerosis múltiple, enfermedad de Parkinson, Ictus o intoxicación por un tratamiento con fármacos opiáceos o el consumo de sedantes.
  • Dolor de cabeza: Infección cerebral, tumor cerebral o hemorragia cerebral.
  • Entumecimiento u hormigueo: Ictus, esclerosis múltiple o una carencia vitamínica.

También preguntan si la persona ha sido diagnosticada y tratada de algún trastorno mental o epiléptico. En caso afirmativo, los médicos preguntan si ha dejado de tomar el tratamiento o ha reducido recientemente la dosis. Sin embargo, dado que las personas con trastornos mentales pueden también desarrollar trastornos de tipo físico, los médicos no dan por sentado automáticamente que la aparición de una nueva alteración del comportamiento sea debida al trastorno mental anterior.

Durante la exploración física, los médicos intentan detectar indicios o síntomas de trastornos físicos específicos, especialmente:

  • Fiebre (que sugiere un diagnóstico de infección, haber dejado la bebida -abstinencia de alcohol- o el consumo de anfetaminas o cocaína en dosis elevadas).
  • Ritmo cardíaco o acelerado.
  • Confusión o ideas delirantes.
  • Anomalías detectadas mediante la exploración neurológica.

EN caso de confusión e ideas delirantes es mayor la probabilidad de que se trate de un trastorno físico. Las personas con trastornos mentales pocas veces muestran confusión o ideas delirantes. Sin embargo, muchos trastornos físicos que causan cambios de comportamiento no provocan confusión o ideas delirantes, pero son causa frecuente de otros síntomas similares a un trastorno mental.

Los médicos inclinan hacia adelante el cuello del paciente. Si este movimiento le resulta difícil o doloroso, la causa puede ser una meningitis. Los médicos examinan las piernas y el abdomen para detectar inflamación, que podría ser debida a insuficiencia renal o insuficiencia hepática. Si la piel o la esclerótica en los ojos se ven de color amarillo (ictericia), la causa puede ser insuficiencia hepática.

Pruebas diagnósticas: 

Generalmente, los médicos ajustan un sensor en un dedo del paciente para medir el nivel de oxígeno en la sangre. También miden los niveles de azúcar y la concentración hemática de cualquier anticonvulsivo que la persona esté tomando en ese momento.

En la mayoría de personas con trastorno mental diagnosticado, no son necesarias otras pruebas diagnósticas si su único síntoma es el empeoramiento de sus síntomas característicos, si están despiertas y alertas y si los resultados de su exploración física son normales. Si no es así, en la mayoría de los casos suelen realizar algunas pruebas adicionales.

  • Análisis de sangre para medir la concentración de alcohol en sangre.
  • Análisis de orina para detectar fármacos o drogas.
  • Análisis de sangre para detectar infección por VIH.

Algunos médicos también realizan análisis de sangre rutinarios para medir los niveles electrolíticos y valorar la función renal.

Se realizan otras pruebas basándose principalmente en los síntomas y los resultados de la exploración. Son los siguientes:

  • Tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética nuclear (RMN) del cerebro: si los síntomas de anomalía funcional cerebral han aparecido recientemente o si la persona tiene ideas delirantes, dolor de cabeza, una lesión craneal reciente o alguna anomalía detectada durante la exploración neurológica.
  • Punción lumbar: Si la persona tiene síntomas de meningitis o si los resultados de la TC son normales en personas con fiebre, dolor de cabeza o ideas delirantes.
  • Análisis de sangre para valorar la función tiroidea: Si la persona está tomando litio, tiene síntomas de trastorno tiroideo o su edad está en torno a los 40 años y tiene alteraciones de personalidad o comportamiento que han aparecido recientemente (sobre todo mujeres y personas con antecedentes familiares tiroideo).
  • Radiografía, análisis y cultivo de orina: Si la persona tiene fiebre.
  • Análisis de sangre para valorar la función hepética: Si la persona tiene síntomas de hepatopatía o antecedentes de alcoholismo o de consumo de drogas, o si no se dispone de información médica específica sobre ella.

Tratamiento.

Si es posible, se trata el trastorno subyacente. Cualquiera que sea la causa, si la persona es un peligro para ella misma o para los demás, generalmente necesita ser hospitalizada y tratada voluntariamente o no, de acuerdo con lo que dispongan las pautas sanitarias y legales de cada país.

La legislación de algunos países exige que la decisión sea tomada por una persona que haya sido designada o autorizada específicamente para resolver sobre lo relacionado con las necesidades de asistencia y salud de una persona con enfermedad mental. Si l apersona no ha designado a nadie para que decida por ella, los médicos pueden ponerse en contacto con los familiares o recurrir a la instancia judicial para que tome las resoluciones pertinentes.

Si la persona no supone un peligro para sí misma ni para los demás, puede negarse a la atención médica y el tratamiento, pese a las dificultades o inconvenientes que este rechazo pueda generar para sí misma o para su familia.

¿Tienes alguna duda más?

Gracias por contactar
Te responderé lo antes posible
Gracias por tu solicitud
Te llamaré en el horario seleccionado